Maldito silencio el del punto final. Un vacío en el alma. Una mirada que ya no está.
"No alcanzan las palabras cuando lo que hay que decir desborda el alma", te dediqué mas de una vez.
Desbordar. Hay muchas formas de desbordar. Vos lo hiciste, de hecho.
Me desbordaste, me destrozaste y cuando pensé que había sanado, lo volviste hacer, me volviste a desbordar, me volviste a destrozar.
Creo que tenés razón, la culpa es de uno cuando lo enamoran y no del tiempo ni de los pretextos.
Creo que tenés razón, la culpa es mía. Por mi culpa. Por mi gran, enorme, culpa.
Si tan solo no te hubiese dejado entrar, si tan solo no te hubiese dejado desbordarme.
Maldito silencio el del punto final. Mil calambres en el alma. Mil palabras que se van.
Si tan solo no te hubiese dejado entrar, si tan solo no te hubiese dejado desbordarme. Otra vez.
Creo que tenés razón, la culpa es mía. Por mi culpa. Por mi gran, enorme, culpa.
Creo que tenes razón, la culpa es de uno cuando lo enamoran y no del tiempo ni de los pretextos.
Con el tiempo, todo se termina. Con los pretextos, todo se contamina.
Me enviciaste y me envenenaste. Me desbordaste y me destrozaste.
Todas las cartas las jugaste en mi corta. Todas las veces te vi partir.
"No voy a volver", dijiste. Silencio perpetuo.
Nunca lo hiciste.
Maldito silencio el del punto final. Pero mas maldito aún es el susurro que emana del punto suspensivo...