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martes, 6 de marzo de 2018

La más profunda crisis del alma

No. No es exageración.
No. No es fundamentalismo.
No. No es una moda.
O quizás si. No sé,  ¿qué tendría de malo? Entre tanta moda basura, que la decontrucción este de moda sería un gran logro.

Ser feminista no es como todos piensan. Ser feminista es difícil, muy difícil. Es encontrarse con un cuestionamiento constante de todo. Es encontrarse con que culturalmente la sociedad esta podrida. Pero sobre todo, es encontrarse con que esa putrefacción la llevamos dentro. Todos los días, todo el día.

Es una agresión constante. Es una descalificación constante. Porque no sólo te opones a lo que los sectores más poderosos quieren que pensemos, sino que también, en mi caso como en el de muchas, sos mujer o te autopercibis como tal, y eso ya te vuelve social y culturalmente "menos". Ser feminista y mujer heterosexual, apesta. Ser feminista y trans, apesta. Ser feminista y mujer lesbiana, apesta. Siempre apesta.

La vida nos cachetea, a todos. Pero el bife que te comes en un momento machista, no te lo olvidas más. El tema es que no necesitamos uno, sino varios para comenzar a liberarnos, para comenzar a ver que todo esta mal.

Si, suena fuerte. Pero es que, en verdad, todo esta mal.

A los once, en Formación Ética y Ciudadana me enseñaron que había tareas del hogar de mujer y tareas del hogar de hombres. Fue la primera vez que me cuestioné algo sobre lo impuesto.
Por aquellos días con mi familia vivíamos en un departamento, "las tareas de hombres" eran tareas del jardín. No tenía un gran patio. Mi papá, entonces, ¿hacía tareas de mujer' ¿Quién había decidido qué tarea correspondía para cada genero?
Me acerqué a la señorita con el ejercicio hecho con la verdad. Mi mamá cocinaba, mi papá también. Mi mamá limpiaba, mi papá también. Mi mamá nos cuidaba, mi papá también. Mi mamá ponía lavarropas, mi papá también. Incluso, mi papá planchaba y mi mamá no.
La "seño" Nora se rió como si le estuviese contado un  chiste. Me dijo que me fije bien. Que mi papá no podía estar haciendo esas cosas. No entendí. A mi me parecía natural, normal que hagan las mismas cosas. No sabía cuál era la gracia. No sabía en qué saber esas tareas me iba a servir. ¿Acaso se respetan al pie de la letra?, me preguntaba. ¿Mi papá tendrá algo malo? ¿Por qué mi mamá deja que él haga las "tareas de mujer"?, seguía. Pero, ¿tenía algo de malo?¿Estaba mal que se repartan y que uno no cargue con el peso de cuidar la casa entera?. No entendía. Incluso hoy, sigo sin entender qué es lo que nos quisieron enseñar.

A los doce empecé a ir a un particular que estaba relativamente cerca de mi casa. Eran ocho cuadras. Ocho. Iba los martes, de eso no me olvido más. Eran las primeras veces que podía ir sola sin compañía. Me sentía grande. Una mujer.
Me gusta calle Francia después de Santa Fe. Es tranquila, casi no hay nadie. Se pueden escuchar los pajaros.
Desde el día uno y todos los martes que siguieron, yo pasaba por una esquina y un señor me gritaba. Cualquier cosa. Era chica. No entendía. No sabía qué me estaba diciendo. Pero si entendía que eso no tenía por qué decirmelo. Empecé a pensar que por ahí era por la ropa que llevaba.
Llegó el invierno. Buso, campera, bufanda. El hombre me seguía gritando. Pensé en contarles a mis papás lo que ocurría. No pude, decirles implicaría no ir más sola a ningún lugar. Me sentía grande. Una mujer. Y una mujer puede solucionar sola las cosas. Aparte, era una esquina y después no pasaba mas nada.
Llegaron los primeros calores. Seguía yendo en polera al particular, segura de lo que pasaba era que mi ropa era el problema.
Una vez él estaba en cuero. Y yo en polera. Hacia casi treinta grados. Y el me grito. Y yo a él no. Comprendí que la ropa no era el problema. Que me ponga lo que me ponga, ese señor me iba a seguir gritando. Que se ponga lo que se ponga, yo nunca le hubiese gritado nada.
Cambié de camino.

A los catorce, un compañero del colegio para hacerse el chistoso, en frente de todos, me toco la cola. Me sentí humillada. Nadie hizo nada. Nadie le dijo nada. En el momento, algunos rieron timidamente. Durante semanas se me acercaban los chicos del curso para ver cómo estaba despues de lo sucedido. Nunca hice nada. Ningun escándalo ni dije nada. Ese día simplemente me callé para no llorar.
Me di cuenta, entonces, que el machismo penetra en los hombres tanto como en las mujeres. Ese día me di cuenta que no había nadie que pudiese reaccionar porque venimos como con un chip. Posiblemente, si yo hubiese tocado a mi compañero de la manera en la que él me tocó, me hubiesen tildado de "puta", de "fácil", pero él, él era un capo.
Me di cuenta que para una misma situación hay un adjetivo con una connotación negativa que corresponde a las mujeres y hay otro, con un significado totalmente diferente, que corresponde a los hombres.

Pequeñas desigualdades. Las tres primeras cachetadas. Los tres primeros bifes patriarcales, como yo les digo. Situaciones que te hacen cuestionar todo y que te llevan a darte cuenta de otras situaciones que viviste, que también fueron machistas.

La cultura esta formateada de forma tal que naturalicemos situaciones que nos oprimen. Que oprimen a un montón de sectores, muchos en los que estamos las femeneidades.
Ser feminista apesta y duele. Ser feminista apesta porque te das cuenta de un montón de situaciones en la que tu condiciona de mujer hizo que tengas una desventaja. Ser feminista duele porque te das cuenta y el alma entra en una crisis tan profunda. Un cuestionamiento del todo. Una pregunta contante.
¿Por qué jugaba a la mamá? ¿Por qué con muñecas? ¿Por qué el rosa? ¿Está mal haber jugado a la mamá con las muñecas usando un vestido rosa?
¿Por qué ese hombre me gritó? ¿Por qué ese compañero me tocó? ¿Por qué nadie, incuso yo, dijo nada? ¿Quien decide sobre el cuerpo ajeno? ¿Hay un genero que históricamente lo hace sobre el otro?
¿Por qué las tareas de hombre? ¿Por qué las tareas de la mujer? ¿De qué lugar sale eso? ¿Qué pasa si a mi me gusta lavar el auto y a un hombre le gusta cocinar? ¿Soy lesbiana? ¿Es gay? ¿Que tiene de malo?
¿Esta mal usar vestido? ¿Esta mal si no me gusta? ¿Esta bien que a un hombre le guste el futbol? ¿Esta mal si no lo hace?
¿Por qué él me grita? ¿Por qué él me toca? ¿Por qué nadie me pregunta?
¿Por qué las mujeres no llegan a puestos importantes y de jerarquías? ¿Por qué las que llegan tienen que ser brillantes a comparación de todos? ¿Por qué, aún siendo brillantes, cobran menos?

Es difícil y apesta eso de ser feminista. Constantes preguntas de todo. Una contradicción tras otra. Repetís sin querer una situación machista. Te encontras con otra. No hay salida. O si, y es muy lenta.
La liberación, da desconstrucción feminista, que es para todes y se trata justamente de esto. De pensar los micromachismos que nos impone la cultura. De cuestionarse muchas de los recuerdos que tenemos. De abrir los ojos frente a situaciones violentas. De no mirar para otro lado cuando a una mujer le pasa algo. De hacerse cargo si alguna vez fuiste machista. De ser responsable y asumirlo. Y hacer, logicamente, algo para no repetir esos canones y estereotipos.

Transformarse. Mutar.
Comparto estas vivencias porque son mas de lo mismo. Cosas que nos han pasado a todas. Cosas que han hecho todos. Situaciones de mierda. El no tener la capacidad de elegir. El no tener voz ni voto sobre tu cuerpo. Desde siempre y para siempre.
Te invito a que te descontruyas, a que dejes los prejuicios de lado. A que te unas y podamos entre todos cambiar una cultura que lastima, apesta y duele no sólo para las femeneidades sino, tambien, para todes.