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sábado, 9 de marzo de 2019

Me inspira

Me inspira. Me inspira su ser. Me inspira su alma. Me inspiran sus profundas ganas de vivir. Me inspira su lucha, que es mía, tuya y de todas.
Me inspira su luz. Me inspira cada paso que da al avanzar.
Es que somos una, es que somos todas. A mi quien me inspira es el colectivo de mujeres.
Porque es denuncia, porque es protesta, porque es el reclamo más justo de todos.
Porque frente a tanto odio e indiferencia, porque frente a cifras alarmantes, hay un destello de esperanza al final del camino. Una búsqueda de amor. Una búsqueda de igualdad.

A mi me inspira el colectivo de mujeres. Así, heterogéneo, reflexivo, combativo como es.
Me inspiran las mujeres. Todas.
Me inspira que luchen por sus vidas y por las vidas de las demás.
Me inspiran sus ansias de libertad. Me inspira que sean asi, rebeldes.
Me inspira que no se callen más.
Y me inspira que las mueva el deseo.

A mi me inspira el movimiento de mujeres. Porque no se detiene. Porque todo lo resignifica.
Me inspira su ser. Me inspira su alma. Me inspiran sus profundas ganas de vivir. Me inspira su lucha, que es mía, tuya y de todas.

A mi me inspira el movimiento de mujeres. Me inspiran sus disidencias.
Me inspiran sus conquistas. Me inspira que ya no tenga que doler.
Me inspiran que ya no sean más sumisas.
Me inspiran que elijan cómo ser.


A mi me inspira el movimiento de mujeres.

miércoles, 20 de febrero de 2019

No lo sé

El otro día me dijeron que estaba empoderada. 
No lo sé, 
cada vez que te pienso me desmorono.
Pero no me entristece ya tu estúpido y absurdo recuerdo.
Me desmorona la rabia y la ira. Me desmorona el enojo.
Me desmorona que, aún sabiendo lo que sos, 
no pueda dejar de escribir sobre vos.
Me desmorona pensar en el castigo que vendrá.
Me desmorona tenerte miedo.

El otro día me dijeron que estaba empoderada.
No lo sé. Tampoco sé por que te hablo a través de la prosa.

Tal vez, esta sea la última vez que me desmoronas.
Tal vez, esta sea la última vez que te escriba.
O tal vez no.

Pero con el tiempo dejaré de tenerte miedo,
con el tiempo todas tus voces no me castigarán más.

El otro día me dijeron que estaba empoderada.
No lo sé.




Verdaderamente, no lo sé.

jueves, 14 de febrero de 2019

Odié.

Cuando finalmente entendí lo que estaba viviendo,
todo fue más claro.
Me desenamoré
y nada de lo que antes justifiqué,
era ya aceptable.
Me desenamoré y te odié.
Odié todo lo que me hiciste.
Odié como me trataste.
Odié cada parte de vos, cada parte de nosotros.
Me odié por estar ciega,
por no escucharme.
Me odié por dejar que me lastimaras.
Pero me perdoné,
y sané.



O eso trato.

sábado, 26 de enero de 2019

Ya no más

Ya no te extraño más,
no extraño esa foto que rompí,
no extraño tus olores,
no extraño tu humor seco,
ni extraño la pila de ropa sobre la silla roja que siempre me hacías ordenar.
No extraño tu andar,
no extraño tus formas,
no extraño tus gritos,
no extraño tu distancia, constate y permanente,
ni tu maltrato,
ni tus inseguridades proyectadas.
No extraño tu manera de lastimar,
ni la arrogancia que tenías.
Tampoco me extraño con vos.
Ya no extraño tu mundo.
Ya no más.

jueves, 18 de octubre de 2018

"Nuestra bizarría se ha vuelto re pituca"

Aseguró Dora Barrancos al visitar esta tarde la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

Foto: Lucía Correa


Acompañada por la referente de Nuevo Encuentro Sol Gonzalez de Cap, la historiadora y socióloga Dora Barrancos dio cierre a la cuarta edición de la Semana de la Comunicación en un conservatorio sobre las nuevas perceptivas del nuevo feminismo de la cuarta ola.

A lo largo de estos últimos años, el campo de lo político ha ido modificandose intentando lograr una feminización del mismo a partir del movimiento de mujeres. "Hay una rearticulación de las fuerzas políticas en Argentina ya que ésta cuarta ola promete lazos estrechos con este campo", explicó Barrancos. En este sentido, Gonzalez de Cap manifestó que el feminismo en la política no puede conformarse con tener una agenda de género sino que debe aspirar a transformar la realidad "a través de las fisuras". "Hoy por hoy, la más grande que tiene el neoliberalismo somos los feminismos y las disidencias", describió la referente de NE.

Las diferencias de esta nueva ola con las anteriores son muchas y están muy marcadas. La historiadora, en este sentido, expresó que la primera, que se dio junto con la Reolución Francesa y las guerras mundiales, luchaba por los derechos civiles, para poder "salir de la inferioridad jurídica", los derechos políticos, como el sufragio, y las asignaciones familiares. "A pesar de luchar contra el patriarcado que las había puesto en el rol del cuidado, la maternidad era clave e indiscutida", manifestó Barrancos. Además, la noción de violencia no existía dentro de los reclamos de género.

Por su parte, la segunda ola se caracterizó por ser una etapa de pura producción teórica para el feminismo. En las mismas, se comienza a señalar al patriarcado como violento. En este sentido, Barrancos explicó que las feministas "descubrieron sus cuerpos y todas las formas de violencia sobre el mismo". 

En Argentina, estas producciones nacidas en la academia fueron acompañadas de leyes nacionales como la de violencia domestica, la de los delitos contra la integridad sexual, pero, a su vez, las provincias también comenzaron a dar respuestas a reclamos del movimiento de mujeres. Sin embargo, como asegura Barrancos, durante esta etapa, para entrar a los grupos había que realizar una "especie de examen", la homosexualidad femenina era negada y no se aceptaban compañeras trans fem en las filas del feminismo.

Por el contrario, la tercera ola significó "una vuelta al escencialismo". "Se dio una desestabilización de la teoría que tenía que ver con las mujeres blancas y se comienzan a producir trabajos decoloniales", describió la historiadora. Además, advirtió el peligro de estos escritos ya que pueden llevar a un fundamentalismo teórico.

Por el contrario, la cuarta ola que ya pisa muy fuerte en el país se caracteriza por ser pre teórica. "Lo que importa es la sensibilidad y ya no se requiere ninguna teoría para convocar", expresó y siguió: "Es la primera vez que el feminismo se torna un movimiento de masas".

"El feminismo ya no está conformado sólo por mujeres, también se tiene en cuenta a las disidencias", manifestó Gonzalez de Cap. De esta forma, Barrancos señaló que ya no existe posibilidad alguna de soterrarlas del feminismo posmoderno. 

"Ojalá este cuarto segmento pueda incorporarse a las fuerzas políticas", aseguró la historiadora. "Retando al patriarcado, se retan todas las desigualdades socioeconómicas", finalizó


domingo, 5 de agosto de 2018

Los obnubila la hipocresía más grande

Oídos sordos. Eso fue lo que hicieron durante años y, ahora en el Congreso, durante meses. Es que no entendieron, o no quisieron entender, que nunca hablamos del aborto como un fenómeno social. Nunca les preguntamos qué opinaban sobre el aborto y jamás los interpelamos sobre qué piensan que la mujer con un embarazo no deseado debería hacer.

Todo lo contrario. Desde hace mucho tiempo venimos planteando la necesidad de hablar de aborto clandestino como fenómeno social, que es muy distinto: Les dimos cifras, les pusimos los números sobre la mesa, les presentamos expertos, les mostramos los modelos que tienen los países "primermundistas", les trajimos referentes mundiales, pero nada alcanzó. 


Muchos politólogos y sociólogos hablan de la feminización de la pobreza, una expresión que se acuñó en los años 70 del siglo pasado, que no ha perdido aún su significado, y a tenor de los moderados avances en la igualdad de género que se han producido a nivel mundial, seguirá teniendo valor durante bastante tiempo aún.

En síntesis, las mujeres son, a lo largo y ancho del planeta, las que más sufren las desigualdades económicas.  Según datos de Naciones Unidas, el 60% de las personas que pasan hambre en el mundo de forma crónica son mujeres y niñas. Ellas constituyen dos terceras partes de los casi 800 millones de analfabetos. Es que el peso de la cultura machista que continúa imponiendo mandatos, incide notablemente sobre el acceso a oportunidades, entre ellas trabajo y educación, condiciones fundamentales para lograr autonomía como paso necesario para erradicar las violencias que afectan a las mujeres. Es así como el ajuste económico profundiza la vulnerabilidad y ensancha la brecha de género.

No se nos puede escapar cuando queremos formar una opinión crítica sobre el aborto clandestino como fenómeno social estas cifras porque no todos los cuerpos gestantes tienen las mismas posibilidades de acceso a la educación, al trabajo, a la salud. No se puede hacer vista gorda a que lo económico incide de forma directa con la tasa de muertes por abortos clandestinos.

En Argentina, realizarse un aborto sale como mínimo $30.000, y el precio del misorpostol está cercano a los $3.200. Entendiendo que, en promedio, los ingresos de las mujeres rondan en $12.000 y que, las más pobres no llegan a los $2.000, nos daremos cuenta quiénes pueden hacerse un aborto en condiciones dignas y quiénes no.

La clandestinidad mata pero no nos mata a todas: sólo mata a las mujeres pobres que sólo tienen la posibilidad de acceder a lugares sumamente precarios, sucios, accediendo en la desesperación a cualquier tipo de tratamiento a manos de alguien que probablemente no es médico, mientras que las ricas y las de clase media abortan en las clínicas privadas que, hoy por hoy, han firmado en contra de la legalización para seguir manteniendo sus negocios millonarios. 

En nuestro país, se realizan entre 370 mil y 520 mil abortos por año. Es, además, la principal causa de muerte en personas gestantes. La penalización no disminuye la cantidad pero si, como anteriormente se explicaba, pone en riesgo la vida de las mujeres.

Quiero despertar en un mundo agradable en el que no haya abortos. En el que no exista la necesidad de abortar. En el que las mujeres decidan cuándo y cómo maternar, y que eso se respete. En el que no nos violen. En el que no nos maten. En el que no nos amenacen.  En el que no tengamos que exponer nuestros cuerpos a lo clandestino, a lo precario, a lo sucio. 

Pero la realidad nos golpea y muy duro porque el aborto existe, existió y seguirá existiendo y el Estado debe garantizar el bien común y, por tanto, cada muerte por aborto clandestino es un femicidio del aparato estatal porque el mismo ha fallado, ha estado ausente y no le ha interesado cuidar la vida de esa mujer. Y básicamente, durante años, no ha importado porque quienes mueren son las mujeres pobres.

El aborto legal es justicia social porque se le da la posibilidad a la mujer pobre de decidir sobre su propio cuerpo, bajo su propia moralidad, bajo sus propias creencias, siendo consciente de su propio contexto, de su propio proyecto de vida, y la hace tener las mismas posibilidades que tienen las otras: las mismas posibilidades de vivir. 


Dejemos de lado los dogmas, dejemos de lado las creencias religiosas, dejemos de lado lo metafísico, dejemos de lado las creencias que cada uno puede llegar a tener. Nos han comparado con focas, con perras, han dicho que las mujeres pobres no abortan, que es un invento, que los “pobres no descartan porque no tienen nada”, han manipulado todos y cada uno de los puntos del proyecto, nos han denigrado, nos han pegado, nos bastardearon y, si hubiésemos nacido en otro siglo, nos hubiesen quemado en la mismísima hoguera.

A lo que le temen es a la mujer libre. A que la mujer pueda elegir qué hacer con su vida; cómo y cuándo ser madre. A que la mujer elija no serlo. A que la mujer vaya en contra de todo lo que les han enseñado que es bueno. A lo que le temen es a la mujer que no pueden controlar bajo sus creencias metafísicas.

Para hablar de aborto como fenómeno social, entonces, tenemos que garantizar igualdad entre todos los cuerpos gestantes, la cual no se va  a lograr sino con su legalización, y seguida de la verdadera implementación de Leyes que ya existen en nuestro país, a la que se han opuesto, como la ESI, entre muchas otras. Y, recién cuando lo logremos, seguramente, podremos abrir espacios para conversar cómo educar para que nadie tenga la necesidad de abortar, qué mecanismos de prevención son más adecuados, pero hasta que esto no ocurra, hablar de “salvar dos vidas” es la hipocresía en carne viva.

Si el miércoles gana el no, no gana nadie, porque no será una victoria de “las dos vidas”: las mujeres seguirán abortando y las más vulnerables seguirán exponiendo sus cuerpos intentándolo y seguirán muriendo.

No será una victoria celeste porque siempre los ha obnubilado la hipocresía más grande que busca imponer un determinado deber ser. Dejando de lado a las muertas en la clandestinidad y empatizando con un embrión. 

Tampoco han propuesto nunca ningún proyecto alternativo e incluso, se han opuesto a la educación sexual integral y a la distribución de anticonceptivos porque verdaderamente no les interesa la sexualidad ni salvar ninguna vida. Sólo quieren imponer una forma de opresión sobre el cuerpo ajeno basado en dogmas que no todos compartimos.

Si el miércoles gana el no, los movimientos de mujeres tampoco ganan nada porque el espacio, las calles, las plazas que conseguimos pintar de verde no lograron convencer ni conmover a nadie en los lugares conservadores y ortodoxos que tenemos de representación popular y las pibas se seguirán muriendo.

No importa el terreno ganado del feminismo mientras haya mujeres que siguen muriendo en las condiciones más precarias por intentar ser libres.

Si el miércoles gana el no, los defensores de la no aprobación del proyecto de la IVE cargaran con todas las muertas que se lleve al aborto clandestino de aquí en más hasta que logremos la legalización.


La maternidad debe ser una elección y no una imposición del Estado, la Iglesia o ciertos grupos del poder. Incluso, la Organización Mundial de la Salud considera tortura obligar a una mujer a gestar, parir y maternar si no lo desea. Legalizarlo no obliga a nadie a tener que practicarse un aborto, sólo le da la posibilidad a las mujeres de vivir y no morir en el intento.

Tenemos todo para construir un país más justo. Escuchenos: “Lo único más grande que el amor a la libertad, es el odio a quien te la quita”.









Fotos: Florencia Ferreira

viernes, 6 de abril de 2018

Las venas abiertas de América Latina

Dijo Rafael Correa en su última visita a la Argentina que en América Latina opera un nuevo Plan Cóndor. Mucho más sádico que el anterior, aunque cueste creerlo. Un plan sistemático que ya no se basa en la persecución desde las botas y las armas sino que ejecuta sus misiones detrás de un escritorio. Precisamente, a través de los escritorios de los grandes grupos de concentración del poder y de concentración, sobre todo, económica aleados o propios dueños de las cadenas más grandes de formación de la opinión pública.

La “Edad de Oro Latinoamericana”, como la definió el ex presidente ecuatoriano, terminó y es con esta culminación que la región entra en un oscuro trance: Un Plan Cóndor que hace, una vez más, que la derecha avance de manera inminente sobre todo el territorio que se había ganado, no sólo en materia de derechos y libertades para los sectores eterna e históricamente olvidados sino también en materia democrática.

Es verdad y no hay que dejar de decirlo ni de reflexionar que en algún punto las izquierdas de esta parte del continente se han confundio y mucho. Correa atribuye esto a que no se ha sabido generar conciencia. Puede ser. “El síndrome Doña Florinda”, quizás. Personas que vienen desde los sectores vulnerables y que a través de ciertas políticas han podido subir en la escala social, compran hoy discursos que tienen que ver con sectores del empresariado más ricos del todo el territorio latinoamericano.

Se perdió todo. Se difamó a aquellos líderes que sacaron adelante la Patria Grande. Se perdieron los derechos conseguidos a los más pobres. Se perdió la posibilidad de tener economías competitivas. Se perdieron los abundantes presupuestos a la salud, a la educación, por normar algunos. Todo quedó entre amigos. Todo queda entre amigos, a cualquier costo. Incluso, se perdió la democracia.

Brasil, nuestro eterno competidor, nos pasó y por mucho, sobre todo en el mandato de Lula da Silva, quien no sólo lo posicionó en América Latina como uno de los países más importantes sino que, también, a nivel mundial.

Aquel metalúrgico sindicalista hijo de trabajadores llegó al poder en 2003 comenzó a aplicar sus políticas de reforma social: inclusión económica, educativa, universitaria, territorial llegaba en un país que, como dice él, nunca antes las había tenido.
Ese mismo Lula que devolvió tanto a su gente, que repartió tan equitativamente las riquezas será hoy detenido. Ese mismo Lula que condujo a 36 millones de pobres hacia el consumo, la educación y la autoestima de ser brasileros y decirlo con el pecho lleno de orgullo, estará desde hoy preso. Ese mismo Lula al que las encuestas lo dan como ganador en primera y segunda vuelta para las presidenciales del 7 de octubre, será metido en la cárcel como un símbolo mismo de que el avance de este nuevo Plan Condor no será sino violento.

La prueba de que el golpe a Dilma años atrás no sirvió del todo. La prueba misma de que gran parte de Brasil sigue apoyando el modelo que propone el PT. La prueba misma de que si dejan ser a la democracia, la derecha pierde. La prueba más clara: la democracia en Brasil y en los demás países de la región, peligra.
Si Lula va preso y no es candidato, no solo puede no competir y ganar, sino que se deja en manifiesto que el Gobierno que suceda al factico de Temer no será legitimo tampoco porque ningún candidato podrá participar realmente, porque ningun candidato podrá ser elegido de manera transparente. Y esto, necesariamente, deja un precedente para la región que nos muestra de que la derecha está dispuesta a todo: a destituir, a meter preso a cualquiera que le obstaculice el paso, a inventar causas, a difamar bajo operetas mediáticas,  y a muchas otras cosas que no llegamos ni a imaginarnos.

Valores que creíamos tan arraigados, tambalean. Y esto lástima porque se mete preso a una leyenda en vida, a la persona que logró eliminar a Brasil del Mapa del Hambre de las Naciones Unidas, a la persona que logró un avance social, económico y de consumo que nunca antes, como él siempre mencionaba en sus discursos, se había vivido.

Lastima porque es uno de los últimos referentes que representa el nuevo populismo. Lastima porque fue uno de los pocos que consiguió darle voz a tantas que estuvieron calladas desde siempre. Lastima porque, y en palabras de él, “nunca pensé que poner un plato de comida en la mesa de un pobre generaría tanto odio”.

Habrá que ver qué pasa. Habrá que ver qué es lo que el futuro le depara a la Patria Grande. Y, sobre todo, habrá que resistir a pesar de que los Gobiernos latinoamericanos están mirando para otro lado.

Hay que dejar el pesimismo para tiempos mejores.