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viernes, 6 de abril de 2018

Las venas abiertas de América Latina

Dijo Rafael Correa en su última visita a la Argentina que en América Latina opera un nuevo Plan Cóndor. Mucho más sádico que el anterior, aunque cueste creerlo. Un plan sistemático que ya no se basa en la persecución desde las botas y las armas sino que ejecuta sus misiones detrás de un escritorio. Precisamente, a través de los escritorios de los grandes grupos de concentración del poder y de concentración, sobre todo, económica aleados o propios dueños de las cadenas más grandes de formación de la opinión pública.

La “Edad de Oro Latinoamericana”, como la definió el ex presidente ecuatoriano, terminó y es con esta culminación que la región entra en un oscuro trance: Un Plan Cóndor que hace, una vez más, que la derecha avance de manera inminente sobre todo el territorio que se había ganado, no sólo en materia de derechos y libertades para los sectores eterna e históricamente olvidados sino también en materia democrática.

Es verdad y no hay que dejar de decirlo ni de reflexionar que en algún punto las izquierdas de esta parte del continente se han confundio y mucho. Correa atribuye esto a que no se ha sabido generar conciencia. Puede ser. “El síndrome Doña Florinda”, quizás. Personas que vienen desde los sectores vulnerables y que a través de ciertas políticas han podido subir en la escala social, compran hoy discursos que tienen que ver con sectores del empresariado más ricos del todo el territorio latinoamericano.

Se perdió todo. Se difamó a aquellos líderes que sacaron adelante la Patria Grande. Se perdieron los derechos conseguidos a los más pobres. Se perdió la posibilidad de tener economías competitivas. Se perdieron los abundantes presupuestos a la salud, a la educación, por normar algunos. Todo quedó entre amigos. Todo queda entre amigos, a cualquier costo. Incluso, se perdió la democracia.

Brasil, nuestro eterno competidor, nos pasó y por mucho, sobre todo en el mandato de Lula da Silva, quien no sólo lo posicionó en América Latina como uno de los países más importantes sino que, también, a nivel mundial.

Aquel metalúrgico sindicalista hijo de trabajadores llegó al poder en 2003 comenzó a aplicar sus políticas de reforma social: inclusión económica, educativa, universitaria, territorial llegaba en un país que, como dice él, nunca antes las había tenido.
Ese mismo Lula que devolvió tanto a su gente, que repartió tan equitativamente las riquezas será hoy detenido. Ese mismo Lula que condujo a 36 millones de pobres hacia el consumo, la educación y la autoestima de ser brasileros y decirlo con el pecho lleno de orgullo, estará desde hoy preso. Ese mismo Lula al que las encuestas lo dan como ganador en primera y segunda vuelta para las presidenciales del 7 de octubre, será metido en la cárcel como un símbolo mismo de que el avance de este nuevo Plan Condor no será sino violento.

La prueba de que el golpe a Dilma años atrás no sirvió del todo. La prueba misma de que gran parte de Brasil sigue apoyando el modelo que propone el PT. La prueba misma de que si dejan ser a la democracia, la derecha pierde. La prueba más clara: la democracia en Brasil y en los demás países de la región, peligra.
Si Lula va preso y no es candidato, no solo puede no competir y ganar, sino que se deja en manifiesto que el Gobierno que suceda al factico de Temer no será legitimo tampoco porque ningún candidato podrá participar realmente, porque ningun candidato podrá ser elegido de manera transparente. Y esto, necesariamente, deja un precedente para la región que nos muestra de que la derecha está dispuesta a todo: a destituir, a meter preso a cualquiera que le obstaculice el paso, a inventar causas, a difamar bajo operetas mediáticas,  y a muchas otras cosas que no llegamos ni a imaginarnos.

Valores que creíamos tan arraigados, tambalean. Y esto lástima porque se mete preso a una leyenda en vida, a la persona que logró eliminar a Brasil del Mapa del Hambre de las Naciones Unidas, a la persona que logró un avance social, económico y de consumo que nunca antes, como él siempre mencionaba en sus discursos, se había vivido.

Lastima porque es uno de los últimos referentes que representa el nuevo populismo. Lastima porque fue uno de los pocos que consiguió darle voz a tantas que estuvieron calladas desde siempre. Lastima porque, y en palabras de él, “nunca pensé que poner un plato de comida en la mesa de un pobre generaría tanto odio”.

Habrá que ver qué pasa. Habrá que ver qué es lo que el futuro le depara a la Patria Grande. Y, sobre todo, habrá que resistir a pesar de que los Gobiernos latinoamericanos están mirando para otro lado.

Hay que dejar el pesimismo para tiempos mejores.